La ley del más vivo, es el gran pecado.
Los demás vienen por añadidura.
Ella impera por doquier.
En todos los renglones de la actividad del mundo. En Colombia, es deplorable plaga cotidiana.
El sacar provecho, ha terminado siendo una obsesión de millones.
Los dirigentes pretenden riquezas. Los pobres mejor estar social y vanidoso.
Hay que lograrlo, a como dé lugar, se asevera. Pase lo que pase.
El fin justifica los medios. Es el auto perdón de moda.
El honor es vestigio. La opulencia es meta.
Pero todos, pretenden el aprovechamiento, desde la temprana edad, y desde cualquier escenario, aún los institucionales.
En los colegios, en las iglesias, en los gobiernos, en la política, en la bolsa, en las fuerzas militares, en la jurisdicción, en los bancos.
No lo hacen todos, pero sí la mayoría.
No hay actividad social que se escape de ese influjo perverso.
La ley del más bobo, cada día tiene menos afiliados.
Todos quieren ser vivos, y ejercer su visión de la vida. Va rauda por todos los caminos y escenarios.
La codicia ya no es mal de algunos, sino pecado anhelado y ejercido, sin alma ni frenos, por muchos.
El mundo sacrificó los valores. La vanidad, y lo apetecido, que dan estatus, son fuente inspiradora del cotidiano proceder maligno y criminal.
Y esta sed de riqueza mal habida, codiciosa, no tiene freno. No tiene límites. Todo está en venta. Para todo hay cómplices, en cambio de premios, así estos sean tan solo premios secos.
El gran motor del mundo moderno, es la denominada viveza. La codicia pulula.
La gran revolución educativa a acometer, no es la de los géneros, sino la de los valores.
Se quiere reducir la explosión demográfica con herramientas antinaturales y torpes, disfrazadas de marimondas del amor. Los dueños del mundo, nos imponen su mundo, con su recetario codicioso.
El deterioro de los términos de intercambio es cabal. Las guerras no persiguen justicia ni libertad, sino intereses particulares, expansión territorial de predominios y venta de armas en nombre de la muerte, y recursos naturales. Predominios, sin que importen la paz, ni la miseria, ni los seres humanos. La gran farsa del orbe, pica y se extiende a diario.
El vivo, vive del bobo. Se pregona sin escrúpulos.
Más y más, es la apetencia colectiva.
El Código Penal lo recorren como diarios protagonistas. Y se tapan unos con otros.
Se busca el poder, para saquear.
Y el saquear no se olvida. Persisten y persisten.
Jamás sueltan la teta.
Se logra el poder, no para servir, sino para servirse.
Y exprimir, es el verbo conjugado con excelencias.
La emulación es por ver quién roba más. Doloroso ello resulta. Alguien tiene que decirlo, y todos debemos actuar para erradicarlo.
Y se perdió la vergüenza.
Es exótica. Ya poco cuenta.
A diario se proponen los delitos, en todos los escenarios.
Y pocos tienen excarcelación según el derecho positivo.
El mundo tiene que reflexionar.
Y cambiar es un verbo a ser plasmado, a ser conjugado masivamente.
De no ser así, estallará la convivencia. La inseguridad no tendrá soluciones.
El desenfreno nos conducirá al abismo.
Recuerdo épocas pretéritas. Recuerdo a mis padres, sentados en sus mecedoras en las puertas de nuestras casas. Hoy nada de eso se puede hacer. El sicariato, cobró vigor triste e inaudito.
Recuerdo a mis amigos paseando en bicicleta. Hoy son objeto de masivos robos criminales, en veces sangrientos.
Los caminos se llenaron de sangre y de dolor. La vida poco vale.
Lo que cuenta es don dinero, lo iteramos tristemente. Y solo éste.
Es ley universal, al parecer.
Convoco a una gesta por el recuerdo y aplicación de los valores. Eramos pobres, pero felices. Eramos felices, a pesar de las carencias. Las preocupaciones no comprometían la existencia.
La gran revolución a realizar es la de los principios, la de los valores, la del amor al pueblo, la del respeto por Dios y sus enseñanzas. Volver a las esencias. Realizar el propósito de enmienda tiene que ser el sello del derrotero. Que nuestro Dios la permita prontamente. Sin ella no tendremos un mundo mejor. Y no habrá cupo en los cementerios de Colombia.
Acción, para el pasado, parece ser la receta.